miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tal vez soñar

por Luciano Doti

Él le había prometido mil veces que se casarían. Ella guardó su palabra en el mismo lugar que guardaba sus cartas escritas con pluma de poeta maldito: junto al corazón.
Pasaron los años y él seguía considerando que no era el momento, que para qué apurarse, que tenían toda la vida por delante…
La dama de cabellos de fuego compró un vestido blanco con encaje que la hacía lucir radiante. Creía que su enlace ya era inminente, no podía demorar más. Quería unirse a él hasta que la muerte los separe. Pensar eso hizo que una idea atravesara su mente: nadie tiene la vida comprada. Quizás fue premonitorio.
Él murió. Ella lo lloró, apretando sus cartas contra el pecho.
El otoño es el final de un ciclo. Consiguió un esqueleto de plástico que simulaba ser el de su malogrado enamorado, se vistió con el vestido blanco sin estrenar, bebió una copa con un sabor raro y, abrazada a ese esqueleto, se recostó sobre las hojas secas.
Ahora no estaba en los brazos del esqueleto sino de Morfeo, y navegaban juntos sobre la barca de Caronte.

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