La joven esperaba el colectivo al costado de una ruta, en una zona
suburbana. Unos hombres nada buenos se acercaron a ella. Entonces,
apareció Alonso Quijano, a caballo, y los puso en fuga.
—¿Cómo te llamás? —preguntó él, cuando quedaron solos.
—Dulcinea, ¿y vos?
—Alonso, pero me dicen “Quijote”.
Publicado por primera vez en la antología Porciones del alma. Diversidad Literaria, España, 2013.