sábado, 25 de julio de 2015

Atrapado

 


por Luciano Doti

Estoy atrapado. El habitáculo que me contiene es estrecho y no tiene aberturas; de hecho, me cuesta respirar. Para colmo, me encuentro maniatado. De todas maneras, aunque pudiera zafar de mis ataduras, no podría ir a ningún lado. Se me ocurre que estoy en un féretro. ¡Oh, no! Mi peor pesadilla es realidad. Soy prisionero en un cajón de madera reservado a quienes han cruzado el límite que nos separa de la inmortalidad.
—¡Socorro! —No puedo hacer más que gritar, implorar ayuda. Me resulta imposible golpear la madera; la mortaja es tan ajustada como abrigada—. ¡Socorro!
Despierto con Dexter encima; es un perro fiel que me oyó gritar y acudió pronto. Tardo un instante en liberarme de la frazada que me tenía amortajado.

miércoles, 22 de julio de 2015

La aparición

por Luciano Doti



Valentina de Villefort estaba acostada en su lecho, deliraba a causa de la fiebre que la aquejaba. El Conde de Montecristo, cual Lord Ruthven, la acechaba desde la biblioteca contigua. Era un hombre enigmático, muchos dudaban que fuera completamente humano. Al fin, en la medianoche parisiense de esa jornada, se hizo presente ante ella. La joven lo confundió con una sombra, mas luego lo reconoció.
—Conde, ¿qué hace aquí?
—Soy su protector, he venido a salvarla —dijo, y se inclinó sobre el cuello de Valentina bendiciéndola con el beso eterno. Después, tomó el vaso de agua que había en la mesa de luz y vertió dentro dos gotas de su sangre.
—Beba esto.
Valentina bebió sentada en la cama; su espalda no tenía más velo que su larga cabellera, por delante cubría su busto con una prenda de delicado encaje. La enfermedad iba dejando paso a una sensación desconocida. A lo lejos, el reloj de la catedral comenzó a dar doce campanadas apenas audibles. 

Basado en El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.

jueves, 9 de julio de 2015

Pierre Menard autor del Aleph sin engorde



por Luciano Doti

Cuando Pierre Menard lee “El Aleph engordado” se propone escribir un cuento que sea similar al Aleph original de Borges, pero no copiarlo, sino escribirlo de manera que coincida con esa obra datada en 1949. Por eso, donde Borges había escrito:
“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”.
Y Katchadjian escribió:
“La candente y húmeda mañana de febrero en que Beatriz Viterbo finalmente murió, después de una imperiosa y extensa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo ni tampoco al abandono y la indiferencia, noté que las horribles carteleras de fierro y plástico de la Plaza Constitución, junto a la boca del subterráneo, habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios mentolados; o sí, sé o supe cuáles, pero recuerdo haberme esforzado por despreciar el sonido irritante de la marca; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella, Beatriz, y que ese cambio era el primero de una serie infinita”.
Menard, en cambio, escribe:
“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”, sin esas adiciones impertinentes agregadas por Katchadjian.
Menard (acaso sin quererlo) ha creado una técnica nueva del arte de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas sin engorde.

Basado en "El Aleph" y "Pierre Menard autor del Quijote" de Jorge Luis Borges, y en "El Aleph engordado" de Pablo Katchadjian.